lunes, junio 07, 2010

Dios... ¿Dónde se fabrican los sueños?


Tengo el cielo en medio de tus ojos y tengo miedo que Milagros se haya ido por completo de mis noches amarillas, o de mis tardes inconclusas. A veces la extraño, sobre todo cuando existo. Y es un milagro no haber desaparecido adecuadamente incluso en tus desvaríos freaks de viernes. No sé cuando volverá, o mejor dicho no sé si regresará, pero ese momento de esquinas dobladas me recuerda sus abrazos y, sobretodo, su voz. Pero ahora todo parece tener brisas dieléctricas de un réquiem-blues en sus espaldas labradas por la nostalgia. Y mi vida retorna a su idioma primitivo y tu voz no sé el aeroplano que abordó. Sin lanzar tú despedida y sin sujetarlo firmemente a las esperanzas perdidas… si estarán perdidas.

Y debiste de ser un milagro. Un milagro que transfiguraba mi vida urbana a colores silvestres y montaraces cuando sonreía y trazaba luz en mis días precarios de placidez. Y la vida sigue pero parece estancarse en tu adiós ligándome una soga en el pie y gritándome ¿A dónde vas? Quedándome sin respuesta. Esperando que regrese Milagros para ver su ojos idos por ahí que arregle un poco mi vida. Yo no sé de amores, ni sé si lo estoy… pero si alguna vez me he de enamorar, me gustaría que fuera de su rostro a mi almohada todas las mañanas o de su voz al teléfono exponiéndome un te extraño suave que me haga correr millas para poder abrazarla y besarla en la boca y besarla otra vez antes de que despierte y me encuentre babeando mi almohada una vez más… y otra más… y otra más… y nada más.

Despertaré deseándote tanto, que preguntaré a Dios donde fabrican los sueños. Estoy seguro que me dirá en tus ojos de invierno.

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