Escribo desde las gárgaras del universo
Desde ese verso polígrafo que no es eyaculado por el mundo
De esa manzana discordante que muerde el tiempo
Y de esa armonía flagelada y ahorcada
Me siento al lado de una razón tuerta
Y se oye en un prisma de canciones un rubor enardecido
O un soliloquio que evoca las migajas de una herida abandonada
En mi corazón, que se esconde bajo las cenizas
De lo que alguna vez llamo, dolor
Siento que este arte ya se perdió
Entre seis hombres que me cargan
A un campo gris al final de mi calle
Y evoco, unos últimos deseos
La noche será heredera de mis versos cóncavos, pero puede venderlos
La luna podría amamantar a esa joven canción que nunca termine de escribir
La lluvia excluirá de sus gotas a los buitres en pleno festín del arte perdido
El sol no volverá a rozar a la viuda que huyo con el testamento de gasolina
En esa ventana del firmamento se lo pondrá un candado para que dios no mire mi funeral
Seré incinerado y conmigo todos esos momentos que pase junto a ti
Pido un último favor
Al chacal que prendera la hoguera con sus pupilas dilatadas
No esperen a que muera, para que me abrasen las flamas de mi venganza
Quiero que mi última visión en el mundo
Sean las personas que, con leña en una mano y un verso mío en la otra
Se queden junto a mí
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