viernes, mayo 07, 2010

Ofrenda


¿Y qué hay de ti? nadie más sabrá. Quien pensará si por la tarde llegaste a volar. ¿Y cómo va el? ¿Dónde estará? Seguramente en camino, ya vendrá… hoy solo quise recordar esa promesa que un día nos unió. Ten al menos un poco de bondad, déjame entrar y luego no volveré más…

Recuerdas esas noches que poco a poco nos unió, era Junio y afuera hacia frio pero en tu piel no. Y te dije suavemente que yo te amaré por siempre y tu solo atinaste a llorar… me abrazaste y me contaste sobre tu enfermedad…

Nos sentábamos en el parque a abrazarnos y contarnos lo que en el tiempo no vendrá. Ya pronto no estaré, decías, por favor nunca dejes de escribir. No me pidas ni digas tonterías, respondí, si tú te vas mi alma te seguirá y seguramente te encontraré. No seas tonto tu lugar está aquí, si yo me he de ir nunca me olvidaré de lo que me decías y cuanto podías escribir y hacerme sentir especial. Cállate no me hagas llorar. Cállate tú, y bésame una vez más.

Varios meses después estabas en una habitación del hospital. Me pedias que apagara esa máquina del mal. Me pedias, me llorabas e incluso me rogabas hasta que ya no pudiste hablar. En una hoja y un lapicero jurabas amor eterno y el que llora ahora soy yo…

Y si Dios te arrancó de este mundo, por caridad que me lleve a mí también. De que vale vivir si media vida se fue para no volver. Pasan los días… ¿y qué hay de ti?... seguramente nadie más sabrá. Quien pensará si por la tarde realmente surcaste el cielo, sin mirar atrás.

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