domingo, octubre 18, 2009

Interpol (intro)

Tres y media de la madrugada. Veo el reloj de mi computadora. Enciendo la lámpara roja que está a mi lado. Busco su número en unos papeles olvidados. Me acerco a mi teléfono. Marco. Suena una vez. Suena dos veces. Suena tres veces. Y justo antes del cuarto sonido, ella contesta.

-alo?
-feliz aniversario vampira
-que lindo mi dieguito. Te acordaste, que detallazo.
-como podría olvidarme.
-eres el mejor novio que he tenido. Eres mi regalito de navidad.
-espero conocerte pronto amore
-si es trágico que estés allá en Perú y yo en Venezuela.

Es trágico. Muy trágico. Mi vida es una cursi novela que si tienes suerte te cuenta un chiste aunque no necesariamente de risa. Ella lejos, muy lejos pero puede existir en el teléfono. Acaso es su voz la que puede hacerme sentir escalofríos de creer en el amor a la distancia? No lo sé. Ella, quizá. O tal vez no estábamos destinados. Pero el destino no conto con nuestra astucia. Creer en el destino viejo que no usa el Messenger o el Facebook. Es creer simplemente en lo que la generación de mis abuelos creyeron. Ahora la comunicación no tiene fronteras y no se queda tan solo en el amigo que vive a la vuelta de mi casa. Este mundo encerrado en una computadora ha hecho tan fácil estar en contacto de manera rápida y fiable. Tanto así, que hasta el amor puede viajar por el wi-fi y burlar cualquier firewall que uno tenga.

Era de mañana. Llegue tarde a clase. Abro la puerta. El profesor no se dio cuenta que entre- me siento. Duermo. Sueño. Sueño con que lo que este enseñando con tantas ganas el profesor no me sirva en mi vida profesional. Sueño con un espejo que refleja algo más que lo superficial. Usualmente mis sueños son oscuros y mis escritos son pensamientos. Suelo escribir sin pensar. Puedo divagar y volar a otros cielos mientras reflexiono. Mientras estoy ausente de todos. El mundo gira por ahí. El universo está colgado más allá. Las galaxias. Los cometas. Las civilizaciones que no conocemos. Sus palabras. Sus lenguajes. Sus groserías. Sus lamentos. No conocemos pero lo sentimos. No estamos solos en un planeta azul que da vueltas. La vía láctea tiene cien millones de años luz de largo y 10 millones de ancho y es inconcebible que estemos solos. Debe haber gentita por otros lugares. Tal vez con ganas de comunicarse con nosotros. O incluso sepan que existimos con toda la tecnología que han desarrollado. Ellos allá. Y a mí me toco nacer acá, en Perú, donde pocas son las cosas que realmente me atan. No tengo una gran vida acá. No soy tan famoso ni conocido. Tengo poca gente que me extrañaría si me voy. Porque nací aquí y no en Venezuela. Donde esta Shirley. Esa chica que sin conocerla, se que la quiero. Que le tengo cierta admiración porque se fue solita en bus pasando por la selva. Que tales cojones de acero blindado. Yo no podría. Cuantas cosas habrá visto. Cuantas personas habrá conocido. Caras nuevas. Una cultura nueva. Y solita. Viviendo en una casa. Trabajando en esa casa. Y con ganas de regresar al Perú para verse con los suyos. Y conmigo obviamente. Es hermosa, la vi en varias fotos. Le gusta tener el cabello rojo. Es delgada y tiene curvas muy aerodinámicas. Sonrisa fácil. Más bien alta. Le gusta exactamente los mismos grupos musicales. Y si a mí me gusta algo nuevo, a ella también abraza ese gusto porque le nace. Es muy noble y servicial. Muy sencilla. Muy perfecta. Pero también está muy lejos. Espero…

-Huevon, ya acabo las clases.
-shit, deja dormir.

Para que intentar dormir de nuevo. No podría soñar con lo mismo. No soy así. Agarro mi mochila morada de calaveras. Bajo las escaleras de la universidad. Saludos a tres amigos, dos amigas, una ex y al chico de las pizas. Voy al baño. Me lavo la cara. Me miro al espejo. Todavía tengo agua en la cara. Sonrío a mí mismo. Tengo suerte de ser yo.

Shirley. No puedo dejar de pensar en ella. La forma como entro a mi vida. De la nada. De repente. Sin pedir permiso. Su voz tan solo en el teléfono es un poema. Me hace sentir eso que hace tiempo creía muerto. Sonámbulo. De madrugada. Espero las tres y media para escucharla de nuevo. Encerrarla en un teléfono. Son las tres. No puedo llamarla antes porque no me gusta molestar. No se si la amo. Creo que ella si a mi. Creo mas aun, que yo seria la primera persona que quisiera ver. También creo que se llevara una gran decepcion. No soy gran cosa. No soy guapo. No tengo fortuna. Suerte tal vez. Pero suerte porque tengo a Shirley que me dice amor. Con eso me basta. Con eso soy feliz. Con eso puedo sonreir por las mañanas. Y puedo esperar media hora mas. Divago. Penetro mis pensamientos. Cruzo mi propia valla. entro en lo que yo considero mas mio. Mas personal. lo único que tengo es a mi mismo. Por ahora. Por el momento. Hasta que Shirley un dia llame y me diga: vampiro ya llegue, estoy en Lima. Imagino ese dia. Pero no puedo imaginar lo que le dire. Tal vez solo la mire y nos demos un abrazo que roza la eternidad. La mirare a los ojos. Escuchare sus canciones. Interpol. Akira Yamahoka. Música en 8 bit. Todo eso es de ella y ahora lo se yo. Y lo adapto a mi. Hacer de sus gustos mios, es una forma de demostrarme que la quiero. Mas alla aun si espero algo reciprocuo de ella (cosa que no). Cuando la vea, no espero besarla. Seria muy chocante. Apenas la conozco en persona. Solo quiero abrazarla y que ella sienta en el abrazo todo el tiempo que la espere. Quiero que sienta que no quiero ser un enamorado mas que pase por su vida. Quiero que ella perciba esta manera d quererla tanto cuando esta como cuando no esta. Y que eternamente la extrañare desde el momento que me diga que tiene que ir a su casa, o de que va a colgar el teléfono. Shirley. Que haz hecho. Que me haz hecho. Porque te amo. Porque no estas. Porque no quieres irte. Porque no puedes. Haces de mi, impotencia de no estar a tu lado. De solo llamarte. Son las tres y treinta y cuatro. Cuatro minutos tarde. Cojo el teléfono. Marco. Timbra una vez. Timbra dos veces. Timbra tres veces. Y antes de la cuarta timbrada, ella contesta. Y vuelvo a ser feliz por veinte minutos y seis segundos, hasta que se acabe el saldo de mi tarjeta.

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