lunes, junio 10, 2013
Cursi suicida #89
Se supone que la noche es la mercancía de los involucrados, pero son tus ojos las monedas de un pequeño espantapájaros. La mañana ronronea debajo de un eclipse acústico, y aplasta sílabas iluminadas de prisión. No hay solución que ate este desierto en tus trazos, y sus guiños son ventanas retardadas en forma de canción.
Y yo que pensaba que la soledad nunca me dejaría, que podía leer el genoma de los desamparados y atar azares a la pata de una melodía urbana.
Te amé a cada rato, te protegía de los cernícalos ufános y proyectiles náuticos. Los ríos hiperbólicos y la metafísica sedienta de ese blues apopléjico, de esas tardes bajo la hoguera onírica.
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